Ritos de Fertilidad


RITOS DE FERTILIDAD
INTRODUCCIÓN
La agricultura es una de las actividades importantes dentro de las comunidades indígenas, actividad que se acompaña de una serie de rituales, dependiendo de los ciclos agrícolas, así como de los vegetales que se cultivan.
En los rituales agrícolas el maíz es el elemento simbólico dominante y es tratado con deferencia. En los de siembra, ponen las semillas, concebidas como recién nacidos, en el altar de la casa y luego las llevan a la milpa, donde serán sembradas. En los rituales de cosecha, se honra al maíz hecho mazorca y concebido como dualidad masculino-femenina, y se regresa del campo de cultivo a la casa.
En la cosmovisión nahua, el número 7 (chicome) juega un papel importante. El espacio sagrado está delimitado por siete puntos: los cuatro puntos cardinales, el centro, el arriba y el abajo. Así, el número siete se vincula directamente con el mundo sagrado. Por otra parte, el maíz adquiere varios nombres, dependiendo del ciclo de vida en el que se encuentre: grano, mazorca tierna o elote y mazorca seca o maíz. A cada una de las etapas del maíz le corresponde una deidad: para la semilla es Chicomecóatl (siete serpiente), Xilonen (mazorca tierna, jiloteando o elote) y Cintli (mazorca seca o maíz).
LA BENDICIÓN DE LAS SEMILLAS ENTRE LOS OTOMÍES
Los otomíes utilizan la corteza de moral (Ficus) para fabricar papel amate de color blanco y la de xalama (Ficus Tecolutensis) para el oscuro.
Los hombres y las mujeres de la comunidad trabajan para conseguir la materia prima, recogen corteza “cuando está sabia” (hay luna nueva), la dejan secar y luego la lavan en agua con cal, la enjuagan con agua limpia y la ponen a cocer hasta que queda en tiras delgadas. Las tiras se entrelazan unas con otras, sobre una tabla generalmente de 40 por 60 centímetros. Después golpean las tablas con batidos de piedra, de manera que las tiras de corteza quedan fusionadas y la superficie es tersa. Las hojas se ponen a secar al sol, se doblan y empacan por docenas. Esta última parte de la labor, la hacen las mujeres.
Los papeles serán posteriormente recortados para usarlos en ceremonias. A la figurita de papel se le llama “el costumbre” y según su uso, se llamarán por ejemplo “el costumbre de bautizar semillas”, las cuales se usan al iniciar el período de siembras en enero y febrero. El que recorta las figuras en amate es el curandero y pedidor de lluvia de la comunidad y cada figura representará los espíritus de las semillas, frutas o animales domésticos.
En un cerro hay una cueva que los otomíes consideran residencia de los dioses, y cuando cae el sol, el curandero va hacia ella llevando semillas y figuritas de papel recortado, que pone en recipientes decorados con flores.
El hechicero es el único que entra a la cueva, y la gente lo espera afuera cantando y bailando y haciendo sus ofrendas de ceras, flores y copal.
Cuando regresan, van silbando para que los animales del campo los escuchen y cuiden las figurillas de papel, que son “espíritus”, como si fueran niños recién nacidos.
Al día siguiente, las mujeres preparan atole y alimentan con ello a las “criaturitas”. Después del desayuno, hay una procesión a la laguna de San Francisco, para saludar al espíritu de la laguna y para llevarle gallinas, tamales, pan, chocolate, ceras envueltas en papel amate, etc., que arrojan al agua para bautizar las aguas con los “espíritus de las semillas”.
De regreso, la banda los acompaña tocando y el hechicero entrega las figuritas bautizadas a la autoridad civil, que asume la responsabilidad sobre su cuidado, del cual dependen las cosechas.
Las figuritas también se usan para curar enfermedades, para asuntos amorosos y brujería.
"COSTUMBRE" OTOMÍ A LA TIERRA
Para los otomíes es importante alimentar a la Tierra y para ello celebran lo que llaman “la costumbre”.
El rito consiste en llevar al campo cuatro docenas de papel de sonote divididas en cuatro manojos, y dentro de cada uno poner un pollito vivo. Esta “costumbre” la sahuman y la rezan, y luego entierran los manojos en cada una de las esquinas del campo de cultivo. Generalmente, ellos mismos celebran el rito, aunque algunas veces contratan a un pedidor de lluvias para que lo haga por ellos.
El pedidor arregla una especie de equipal, al que adorna con 4 velas y las figuritas de los espíritus que hace con papel de sonote recortado. Las figuras hechas de papel blanco se usan para magia blanca y con papel negro se recortan los “espíritus malos” que usan para “brujería”. Primero degüella un pollo y con su sangre mancha las figuritas de papel; pone el pollo muerto sobre éstas y seguido por los propietarios de la parcela, van al cultivo y entierran la ofrenda con refino, chocolate, tamales, pan, flores, copal y figuritas de palma que representan a las estrellas. La ceremonia se acompaña con música de guitarra y violín.
Una ceremonia similar se celebra para agradecer las cosechas.
EL MAÍZ ENTRE LOS OTOMÍES DE LA HUASTECA VERACRUZANA
El maíz es el centro de muchas representaciones simbólicas. Las actividades agrícolas explican la relación íntima entre el hombre otomí y el mundo natural. Este vínculo se traduce en símbolos y ritos de fertilidad, que señalan las etapas del ciclo agrícola.

La divinidad terrestre se venera durante la época de la siembra, celebrando de igual manera sus frutos; de ahí la celebración al maíz, maguey, fríjol, nopal, chile, caña de azúcar, etc.
LA MÚSICA DEL MAÍZ O TLAMANES DE LOS NAHUAS DE LA HUASTECA
Es un ceremonial vinculado con la producción de maíz, que en náhuatl se llama de “Tlamanes” o “Costumbre”. Se celebra al inicio de la siembra y cuando llega el momento de la cosecha. El objetivo del ritual es que los “Señores de Abajo”, los “Señores de la Tierra”, den permiso primero para sembrar el maíz en los campos o milpas, y luego para recoger la cosecha obtenida. El permiso garantiza que no habrá contratiempos durante la labranza y que se logrará una cosecha abundante.
La música empleada en la ceremonia de Tlamanes se llama canarios, y la ejecuta el llamado trío huasteco. La música y sus “hermosos cantos” acompañan las diferentes acciones y momentos de la ceremonia porque son parte de la ofrenda. Tienen la finalidad de alegrar el corazón de los Señores de la Tierra y es una forma de oración que sirve para comunicarse con ellos. Por lo tanto, la música ritual y los cantos tienen la capacidad de abrir la puerta del tiempo y el espacio sagrado, por donde se entra en contacto con el mundo divino.
El ritual lo organiza un “anfitrión”, que es el propietario de la casa y de la milpa. La ceremonia de siembra se celebra en abril y mayo. El anfitrión invita a la gente a participar, convocando a sus hermanos, parientes, compadres y amigos para que, entre todos, le ayuden a sufragar los gastos. Cada pariente puede participar, ya sea pagando a los músicos, llevando bebidas y alimentos que se ofrecerán tanto a los dioses como a los participantes en la ceremonia, o con flores, velas, copal, semillas de maíz, herramientas, etc.
Los preparativos consisten en acondicionar la parcela para la siembra y en la elaboración de los patlaches, alimento ritual de maíz, que las mujeres preparan en la casa.
El día de la ceremonia en la casa del anfitrión, se reúne la gente a primera hora frente a un altar expresamente confeccionado para la ocasión, al lado del cual se colocan los músicos. El rezandero, encargado de la “comunicación” con los dioses, reza frente al altar de la casa. Luego, todos salen en procesión, incluidos los músicos, llevándose los patlaches y las demás ofrendas, y se dirigen a la parcela de cultivo. En el “centro” instalan otro altar provisional. Reanudan los rezos y proceden a alimentar a la tierra: el rezandero entierra un “tamal” que contiene el corazón de un gallo, derrama aguardiente a los cuatro puntos cardinales y ceba copal. Mientras tanto, algunos de los invitados siembran maíz. El rezandero bendice los instrumentos de labranza y después, todos los presentes piden, con las últimas oraciones y acompañados por el canario, una buena cosecha. Al terminar, todos comen y beben juntos.
LA DANZA DE XOCHIPITZAHUAC O “FLOR MENUDITA” DE LOS NAHUAS DE LA HUASTECA
Ésta es la ceremonia de cosecha que se celebra entre octubre y noviembre, y completa el ciclo iniciado por la ceremonia de Tlamanes o Música del Maíz. La ceremonia de la “Flor Menudita” empieza frente al altar de la casa del dueño de la milpa, en presencia del rezandero, los músicos y demás invitados. Después de los primeros rezos, hacen un brindis y le ofrecen aguardiente a la tierra, vertiendo un chorro en el piso, al final de lo cual las mujeres se quedan en la casa y los hombres se van a la milpa, en donde instalan, otra vez en el “centro” del sembradío, un altar provisional. Se reanudan los rezos a los “Señores de la Tierra” para agradecerles la cosecha obtenida y se les agradece también a los asistentes por su ayuda. Luego, cortan las primeras mazorcas. Unas las acomodan en círculo alrededor del altar y con las demás, hacen un atado de mazorcas, al que llaman tlamanal. Este momento se anuncia por medio de cohetes de pólvora, que sirven para que las mujeres, que siguen en la casa, se enteren de que los hombres regresan con el tlamanal.

Ellas, mientras tanto, han celebrado dentro de la casa un rito de agradecimiento con la participación del rezandero y tienen preparado un arco de flores en el patio de la casa.
Cuando los hombres llegan, preparan una cruz de mazorcas fuera de la casa, mientras que las mujeres, todavía en el interior, hacen una piloxanconetzin o muñeca de maíz. Al terminar, inicia la “danza del maíz” al compás de los sones “Xochipitzahuac” o Flor Menudita, El Canario y El Chiconcanario. Los bailan un niño y una niña. Él lleva la cruz en la mano y ella, la muñeca de maíz. Después de la danza, los adultos desarman el tlamanal que trajeron los hombres y deshojan el maíz. Para cerrar, sirven la comida alrededor de las mazorcas, mismas que se velan durante toda la noche. Por la mañana, se lleva la “basura” (hojas de maíz) al traspatio y se reza. Por último, el anfitrión despide a los participantes y les agradece su compañía y ayuda. Al terminar, la cosecha se almacena en el tapanco de la casa, donde se almacenará para consumirse durante todo el año.